Anda el personal, desde que el mundo es mundo, dándole vueltas al cigüeñal y mareando la perdiz con el asunto, jamás resuelto, de si fue antes el huevo o la gallina. Tirándose de los huevos y sin ponerse jamás de acuerdo. Pues ya va siendo hora de resolver, de una vez por todas, el enigma...
Veamos que nos dicen los que creen que el huevo fue antes que la dichosa gallina:
Antes del principio fue el huevo. Un huevo que era hijo natural y único de sí mismo, suspendido en ninguna parte, pues no existían ni Einstein ni el espacio ni tiempo, sólo él flipando en medio de la nada y sin haber visto una gallina en su vida. El huevo primigenio contenía en sí mismo todo lo que ahora vemos alrededor y que llamamos Universo. Nadie sabe cómo es posible algo tan extraordinario, porque el huevo en cuestión era del tamaño de la cabeza de un alfiler, pero en él cabía la inmensidad. Solamente se sabe que, debido al atracón de haberse engullido la realidad enterita, su diminuto estómago hizo "crock" y el huevo, el muy guloso, estalló un buen día en mil pedazos y dio paso al primer día del Universo.
El huevo no era muy listo, que digamos, porque no tenía ni idea de lo que hacía, nada en la cabeza, ni, por supuesto, tenía ningún Plan. Pero sí tenía un Planck, científico brillante que nos explica que, tras la gran huevada, el reventón pantagruélico del huevo único, se formó una sopa de partículas de huevo que empezaron a expandirse en el espacio y en el tiempo, de manera que, con los huevos de corbata al verse fuera del cascarón protector, empezaron a buscarse las unas a las otras en base a criterios de afinidad: yema con yema y clara con clara.
Estas aglomeraciones de huevo fragmentado llegaron a formar corrales enteros de yemas estrelladas, en torno a las cuales empezaron a gravitar bolitas de clara con cáscara. En una de esas bolitas, que tuvo una suerte del carajo, llegaron a darse, la friolera de 15.000 millones de años después, las condiciones óptimas para que un mono, descendiente del huevo, se volviese más listo que el resto, tanto como para contestar que fue antes el huevo que la gallina.
Veamos, ahora, qué nos cuentan aquéllos que sostienen, contra viento y marea, que fue primero la gallina...
Al principio fue la Gran Gallina, la Madre de todas las gallinas posteriores que, esta sí, tenía conciencia de Sí Misma y un Plan en la cabeza: el de poner huevos por doquier para dejar de estar sola y vivir la vida a través de cada uno de sus polluelos.
Y la Gran Gallina, para la que el tiempo no existía y que era un huevo de inteligente, se sacó del debajo de la cresta las ideas que tenía del Universo y las materializó poniéndolas dentro de un primer huevo, divinamente diseñado con tecnología celestial, con capacidad para montar un gran pollo inicial, un estallido de Luz avícola, de energía ovícola del copón, para sembrar, andando el tiempo, corrales por todas partes, de cuyos huevos saldrían las gallinas a escala de la primigenia que somos nosotros, los polluelos hechos a su imagen y semejanza.
Pues bien... ¿Y si resulta que ambas teorías llevan razón?...
A lo mejor, la verdad no está en alguna de ellas por separado, sino en la síntesis de las dos. A lo mejor, no fue antes el huevo que la gallina, o viceversa, sino que la historia comenzó de la manera siguiente:
Antes del principio era una gallina, un gallo y un huevo... al mismo tiempo y en un mismo Ser Consciente... Y, un buen día, la gallina preguntó...
_Oye... ¿Y si montamos un corral?...
_Oye... ¿Y si montamos un corral?...
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