Ni un atisbo de dureza en su voz. Ni el más leve rastro de una orden. Ningún chasquido de fusta en la distancia. Fui a entrevistar a la reina, para LA GUÍA CANALLA, en busca de la diva, pero me encontré con la inesperada, sin pedestal ni altar, sin afán de protagonismo. Me encontré con la huida de cualquier charca y la renegada de Narciso, con la mujer a secas.
Y donde soñé con Dómina Zara se me apareció la realidad de Antonia, una mujer que huye de las etiquetas como lo haría del mismísimo demonio, no porque rece todas las noches a Dios, que lo hace, sino porque rechaza cualquier palabra capaz de albergar un perjuicio, cualquier sustantivo que suponga una condena. Y ella, a la que muchos tienen por la Reina del Sado, por la emperatriz del cuero, por la referencia del Marqués de Sade en España, no acepta más patria que el mundo de la buena educación, ni más bandera que la que puede formarse con la palabra respeto, la única que vive con carácter de permanencia en su boca.
Por eso Antonia no se siente a gusto con el término "vainilla", acuñado desde la comunidad BDSM para referirse a las personas de gustos sexuales convencionales, y dice que ella también es "vainilla", porque no se lo juega todo a la carta de un látigo, al as en la manga de un fetichismo de pies, cosa que le encanta, sino que se confiesa amante de la diversidad y de darse un festín con la vida, no bajo la tiranía del sabor único, esa pobreza, y sí disfrutando de la diversidad de especias, desde la picantez de la vainilla al dulce sabor de la canela, sin olvidar las sensaciones fuertes que proporciona la pimienta.
No cabe Antonia en ninguna definición mundana. Ni cabe Dómina Zara en ningún atuendo de cuero. A ambas se les queda pequeño el planeta de la envidia, la intolerancia y la mala educación. Y, ajenas a las críticas y a la incomprensión, esos molestos compañeros de viaje, se abandonan al universo de la libertad y del respeto, como el único hábitat donde pueden vivir las personas bellas, al margen de sus filias y sus fobias, de sus grandes miserias y de sus pequeñas grandezas.
Es tan libertaria que Antonia no se casa con nadie, porque "ya estoy casada", con la libertad como norma de vida, y, sobre todo, con su pareja como forma de amar intensa, cómplice y alternativa, donde, en el escenario del FETISH CAFÉ, club privado y escuela de SM, que ambos regentan en Barcelona desde hace décadas, ella se hace reina a ratos, sin creérselo nunca del todo, y él se hace arena generosa entre su manos. Porque así lo eligieron. Porque así les place. Porque así dejan atrás el disfraz de lo presuntamente correcto, el carnaval de cada día, y se hacen, sencillamente, ellos mismos. Vestidos de cuero y desnudos de artificio.
Pero no todo su tiempo sabe a canela, 24 horas al día, los siete días de la semana, porque "ambos somos de carácter muy fuerte y nos destruiría". Por eso y porque Antonia tiene claro que la vida es onírica y ella únicamente una hacedora de los sueños, una maestra que enseña a quienes les interesa el gran misterio y la general incomprensión del sadomasoquismo: que el camino del dolor se hace alquimia y puede convertirse en el del placer y que la sumisión es jamás renuncia y siempre una elección, un ejercicio de libertad más. Justo el que le niegan en la Wikipedia, donde todo intento de sus admiradores por colgar información sobre ella se estrella contra la censura, o el que le ha negado Facebook, que "sin haber hecho nada", eliminó su perfil de la noche a la mañana, sin mayores explicaciones, porque sí y por las bravas, quizás temiendo algún contagio masivo de las fiebres del azote por parte de sus más de 5.000 seguidores...
En ella, la maestría es un camino que comenzó _para unos por azar, para Antonia por destino_, cuando tenía 22 años, recién separada, con tres hijos al cargo y el despido de un trabajo convencional que la dejó a merced de los tiburones. A Antonia Domina Zara se la sacó de dentro los latigazos de la vida... Acuciada por la necesidad, aceptó la propuesta de convertirse en Señora de un selecto grupo de personajes, que buscaron en sus pies los placeres de sumisión que les eran negados en cualquier parte. Y lo que fue de inicio profesión pronto se convirtió para Antonia en devoción, al encontrar en sus sumisos accidentales "a personas muy normales, educadas y muy sensibles" y en ella misma, a su alter ego, Dómina Zara.
Después vendría su fulgurante triunfo, premio Ninfa incluido, en el Festival Erótico de Barcelona y la creación de su particular universo del Fetish Café. De todas esas vivencias da cuenta en su libro "Soy un sueño", que acaba de salir a la luz, editado por Plaza & Janés, y en el que, huyendo con éxito de cualquier morbo, habla sin tapujos de su vinculación al SM, de su historia personal, de su pueblo aragonés, de su gente, de sus raíces.
En él jamás hallaréis a la dómina o la reina. Sólo el sueño de libertad, respeto y tolerancia que late bajo su piel de cuero.
El de una “mujer muy normal”... de la cabeza a los pies.
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Primera entrevista y primer artículo, publicado en www.laguiacanalla.com Lo traigo a mi blog personal como homenaje y tributo a la sobrecogedora belleza interior de Antonia... Que lo disfrutéis.
2 comentarios:
Gracias Emilio!!
Besos!
Gracias a ti por tener fe en el perfecto desconocido. Ha sido un placer. Espero que compartamos otros muchos. Besos.
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