domingo, 17 de abril de 2011

Camina o revienta

Hay momentos en la vida en que todo se viene abajo, en que todo muere para renacer de nuevo, nunca bajo la misma forma, pero con la misma pasión de siempre. O eso espero. Y éste es uno de esos momentos, genuinamente cuántico, fronterizo hasta la médula, en  el que mi a menudo tan caótica existencia cruza la raya de la normalidad y se hace luteana: camina o revienta. 

En este aquí y en este ahora, nada de lo viejo sirve, todo se ha ido a la mierda, porque, en el río de la vida, no hay forma humana de retener nada. Todo se lo lleva la corriente..., incluidos los momentos tan bellos que uno quisiera quedarse en ellos para siempre. Ya no soy donde ayer fui. Ya no estoy donde nadie me busca.  Me he vuelto fantasma, una vez más, huido de mí mismo.

Quizás por eso este blog lleva días oliéndome a despedida, pidiéndome a gritos un tiro de gracia que mande la luz que os quise entregar, en vano, a timar por saco más allá del limbo. Seguir escribiéndolo  es elegir lo que nunca conseguí, es apostar por el silencio y por las semillas de un discurso sin tierra. No veo la necesidad. Estoy demasiado viejo y cansado como para dejarme atrapar por el onanismo carcelario de mi escritura. Por la cadena perpetua de mis delirios.

A mí, la reincidencia en escribir me ha dejado, como ya he dicho, por único placer el de la lucidez. Pero ese placer es placer de los solos, un sucedáneo y un engaña-bobos que no consuela a quien sueña con la ejecución del sonido en el paredón de otra piel.

Ya no es momento de reescribirme a mí mismo, de desencarnarme en palabras en este blog.

Es momento de caminar, porque si sigo hablando al aire, muero.

Porque si sigo soñando, reviento.

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