lunes, 27 de diciembre de 2010

La secta del perro verde y el Bosón de Higghs



Si tú, que estás al otro lado de este blog, caes en la tentación de hacer tuyas, porque ya lo eran antes de leerlas aquí, algunas de las ideas que pongo ante los ojos de tu alma, ten en cuenta que, si las haces públicas, la primera acusación que recibirás del mundo será la que encierra la palabra "secta". 

A mí y a Ana, mi mujer, nos acaba de suceder en el marco de las tradicionales reuniones navideñas, un ámbito aparentemente inócuo, el teóricamente adecuado para mostrarte tal cual, libre de polvo y paja, sin temor a que nadie te apedree por lo que crees o pienses. Pero nada más lejos de la realidad. En el transcurso de una cena navideña con gente joven _de hermanos de sangre, que no de ideas_, cometimos la imprudencia de aventurar, al hilo del típico comentario indignado y sediento de justicia por el caso reciente de una menor violada y prostituida a la fuerza, que la venganza disfrazada de ley era una reacción  humanamente entendible, pero, a nuestros ojos, el castigo no es la solución al problema de la violencia, sino que pasa por ir a la raíz de la cuestión : a la educación desde la más tierna infancia, el primer lugar donde se siembran las ideas. Eso por no decirles directamente que cualquier conflicto es, en su origen, espiritual y que es en ése ámbito, el espiritual _y no el legal y punitivo_ donde debe resolverse...

No veáis la que se montó. Sobre todo cuando Ana empezó a hablar cuánticamente de que Todo es energía y se sacó de la manga, sin previo aviso, la presumible existencia de una partícula subatómica que los propios científicos denominan la "partícula de Dios", también conocida como el Bosón de Higghs, y que suponen debe de existir, aunque aún no la  haya todavía encontrado ni Dios, como la causante primera de la materia, es decir, como la Creadora de todo lo que vemos. Ana trataba de explicar, en vano,  que, incluso desde una perspectiva meramente cientifista,  no somos islas y que la distancia es ilusoria, pues todos somos y formamos parte de la misma energía consciente y creadora. Obviamente, la miraron como si fuese una extraterrestre  y su querido Bosón no hizo más que avivar el fuego de la incredulidad y la indignación ajena...

Máxime cuando, lejos de callarnos prudentemente al ver que  estábamos a punto de darles la cena aquella pobre gente, seguimos argumentando que lo que había que hacer, de una vez por todas, es cambiar el mundo de arriba abajo y que los casos como el descrito de la terrible violación de una menor no es más que la punta del iceberg de un mundo que está todo él enfermo, enfermo en cuanto a su forma de pensar. La cosa se puso al rojo vivo, con ganas de resucitar a Torquemada y de encender allí mismo una hoguera para quemarnos sin juicio previo a los dos, cuando apuntamos que dicho cambio era individual y está en mano de cada uno, dentro de su cabeza, en su forma de pensar. Esa revolución de conciencia _ESPIRITUAL, al fin_ les pareció a nuestra encendida audiencia poca cosa, utopía barata y caca de la  vaca, una prueba de inmadurez total y pensamiento pueril, indigno de mentes en teoría racionales  e ilustradas como las nuestras. 

Presa de la mayor indignación, con la comida atragantándosele en el duodeno, a punto de estallar de ira y mandarnos directamente al infierno, una de las presentes me miró furiosa y me dijo que aquella ideas descabelladas, las nuestras, no las había oído ella jamás de los jamases (debo señalar aquí que yo no me corté en decirle que ella estaba en este mundo no por azar o por un polvo mágico de sus padres, sino porque su alma así lo habia elegido..., que ya son ganas, las mías, de meterme en la  boca del lobo...) y, lejos de aplacarse, empezó a temblar sobre su silla como si estuviese siendo víctima de un exorcismo, cuando le repliqué, tranquilamente y con una sonrisa, que debería sentirse contenta de estar oyendo algo por fin nuevo y no ninguna idea de las que habitualmente reproducen los modelos de mundos maniqueos, de esos de buenos y malos, de santos y pecadores, que han  demostrado hasta la saciedad que no funcionan.

Para nuestra audiencia la revolución es cuestión de barricada o de coger la recortada y liarse a tiros, por lo que nuestra revolucioncita mental, en el pensamiento de cada uno, le sonó a coña marinera y a palabras propias de mentes abducidas, a lavado de cerebro de las sectas.  Y acusados y condenados por ser miembros de una nueva secta, que podríamos llamar del perro verde, porque Ana y yo lo somos un rato largo, salimos ambos crucificados de aquella cena, en la que nuestros acompañantes querían hablar de cosas divertidas e interesantes, pero se encontraron con el inesperado y detestable discurso acerca de un nuevo mundo que nace, crece y se reproduce en las ideas de cada uno de nosotros. 

La paradoja es que los dos, que tratamos de ser modelo de tolerancia y comulgamos con la idea de un mundo multicolor, sin buenos ni malos, todos unidos en Amor, fuimos acusados de sectarios, y de abductores en potencia, lo que nos da idea de la distancia que nuestra afín rareza va cobrando respecto a la normalidad.

Ana y yo estamos cada vez más lejos de la común cordura y nuestro mensaje de reconciliación  saca a los demás de sus casillas.  Y, por supuesto, en la cena en las nos pusieron verdes, fuimos ejemplo de que nadie es profeta en su tierra.

Salvo en la que ya existe en nuestra cabeza.

El nuevo Big-Bang o el Bosón de Higghs.

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