sábado, 21 de febrero de 2009

Universos que se creen islas


El mundo que habéis construido es producto del poder creador de cada uno de vosotros, expresado en la conciencia colectiva; es la resultante de vuestra forma conjunta de pensar la realidad. Y vuestra conciencia colectiva tiene, como piedra angular, la creencia errónea de la separación, de que sois individuos desconectados de los demás. Sin embargo, he de deciros que no existe esa distancia que creéis ver, que no hay un "tú" o un "él", ni un "vosotros" o un "ellos"... Lo único real _precisamente de lo que nos os dais cuenta_ es que no hay nada más que un "Yo" y un "Nosotros", un Uno en Todo y un Todo en cada Uno.


La distancia ilusoria es la muerte de la empatía. Así, dado que no sois conscientes de la no separación entre vosotros, de que la distancia es sólo ilusoria, os mostráis incapaces de sentir la alegría de los demás como vuestra y, lo que es peor, el dolor de los demás como propio. Por eso permitís, sin pestañear, hambrunas y guerras, miseria y sufrimiento, amparándoos en la falacia de la separación, en el mito de que sois islas en lugar de universos. Por eso habéis permitido, a lo largo de vuestra historia, genocidios y toda suerte de atrocidades, achacándoselas a la responsabilidad de uno de varios de vosotros cuando lo que realmente ha cucedido es que todos, sin excepción, habéis sido cómplices _por haberla consentido_ de la más aberrante barbarie.

Os mostráis indiferentes ante lo que le sucede al vecino, porque ya no recordaís que el vecino sois cada uno de vosotros. ¿Y que decir de aquellos que os quedan geográficamente lejos o que pertenecen a culturas, en lo formal, muy diferentes de la vuestra? ¿Que en el Congo están muriendo por millones? ¿Que en muchos lugares todavía se pisotean los derechos humanos? ¿Que vuestro consumismo voraz ha roto el equilibrio natural y está devorando el planeta? ¿A quién le importa? Percibís que eso no es asunto vuestro, porque sucede siempre en otro lugar, a otras personas. Y ellos son _a fin de cuentas_ nada más que los otros...

Paradójicamente, os convertís en uno a la hora de seguir modas y tendencias, clones aborregados de directrices que os marcan, con fines lucrativos, los que tienen la sartén económica por el mango; seguís sin dudar a líderes políticos que han convertido la mentira repetida en verdad; y os dejáis pastorear por poderes religiosos, cuyo principal credo nada tiene que ver Conmigo y sí con el de su propia subsistencia. Os hacéis uno a la hora de deponer vuestra voluntad, de lavaros las manos y de dejar que otros _en teoría mejores, más sabios, más fuertes, más aptos..._ decidan en vuestro nombre. Delegáis vuestro poder personal en manos de otros, que supuestamente buscan el bien general, es decir, el de sus cuentas corrientes.

No comprendeís, hijos míos, que todo, absolutamente todo, está interconectado, relacionado de forma sutil y perfecta, de manera que el más pequeño pensamiento, la más callada palabra o el menor acto de cualquiera de vosotros repercute en todo lo demás, en la Creación entera. La mayoría habéis echado a Dios y a los demás de vuestras vidas, las habéis vaciado de su más auténtico contenido, sustituyendo la Verdad de que somos una Comunidad de Amor en evolución, por el individualismo más exacerbado y la soledad extrema.

Habéis olvidado que cada cosa que hacéis a otro, a vosotros mismo os la hacéis, a Mí Mismo me la hacéis. Cuando despertéis, habrá de llegar un día en el que seais conscientes de que "fuera" no existe, de que "lejos" es continuidad entre unas almas y otras, de que "los otros" son, contra toda apariencia, más de lo Mismo. Ese día empieza hoy. El día en que muere la separación y la distancia.

El día glorioso en que nace la conciencia de nuestra sagrada hermandad.

Porque Todo es cosa vuestra y Todo es cosa Mía.

Porque hay un mundo en una gota de agua.

Porque hay un Universo en cada uno de vosotros.

Porque el más insignificante de vuestros gestos tiene su eco en la Eternidad.

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