viernes, 20 de febrero de 2009

En un baile de máscaras


A menudo os sentís perdidos, porque habéis olvidado la senda del Amor, la que lleva a Vosostros Mismos. Vagáis dormidos por la vida, ausentes de vuestra auténtica identad, a la que habéis suplantado por la imagen falsa que os devuelve el espejo de los otros. Sin saberlo, estáis siempre de carnaval, jugando a ser otro, tratando de responder a expectativas que vuestra familia, vuestros amigos y vuestra sociedad han grabado a fuego en vuestro inconsciente desde que nacéis. Sois la resultante de un montón de juicios y de perjuicios. Sois actores de una función que no recuerda que lo es. Y representáis papeles que poco o nada tienen que ver con lo que vosotros deseáis realmente.

Vosotros, que habéis sido concebidos como seres armónicamente tripartitos _un alma para amar, una mente para crear, un cuerpo para experimentar_, os habéis quedado cojos, reducidos a individuos duales, apenas cuerpo y mente. Os habéis dejado el alma en un recodo del camino, porque sencillamentes, desde la cuna nadie ha prestado atención a esa parte de vosotros. Os han amado de forma bienintencionada, pero errónea, pues os han llenado la cabeza de ideas absurdas acerca de lo que debíais ser _los mejores en todo, a poder ser, como ya os he indicado..._ y casi ninguno os ha amado por lo que sencillamente Sois: Amor que busca Amor.

No es extraño, en consecuencia, que tras esa mutilazión, tras ese duro aprendizaje al que ha sido sometido vuestra mente, os hayáis olvidado de que Sois Lo que Sois y no lo que otros os dicen que debéis ser. Con tales mimbres, habéis todos construido un yo a la medida de las exigencias de los demás, una proyección que por eso mismo está siempre fuera de Vosotros Mismos, desdoblándoos artificialmente, situándoos donde no estáis: en los ojos de aquellos que os miran. De ahí que hayáis aprendido a querer a esa imagen, a confundirla con vuestra verdadera identidad, a hacerla vuestra sin serlo. Y ese baile de máscaras os ha llevado al individualismo feroz, carente de sentido por lo que tiene de soledad extrema y de olvido de que no sois uno, sino Uno; de que no sois imagen, sino el espejo en el que están llamados a reconocerse Todos los demás.

Tal es la herencia que os han dejado las generaciones anteriores, ciegas todas ellas a vuestra esencia divina, incapaces de mirar con los ojos del alma, tanto que donde Yo puse la vida como un juego para ángeles, os han enseñado a ver un campo de batalla, en el que debéis elegir entre ser lobos o corderos. Esa imagen denigrada de Lo Que Sois, ese mito de que vivir es una pelea entre buenos y malos, os ha convertido en Narcisos enamorados de su imagen en una charca, pero os ha cerrado las puertas a la experiencia más importante de esta vida: la de amaros a Vosotros Mismos.

Sólo así, siendo conscientes del enorme valor que atesoráis en el interior, en vuestra alma, podréis amar en plenitud a los demás.

Sí, ya sé que lo que digo es radicalmente contrario a lo que se os suele enseñar.

Por supuesto, no tenéis porque hacerMe caso.

Pero si queréis desenmascarar a Narciso, acabar con el carnaval, pensadlo de esta manera:

Amar no tiene tanto que ver con apreciar lo que en otros veis, cuanto con ver en vosotros lo digno de ser apreciado. Desde esa autoconciencia, Amar adquiere todo su sentido y se convierte en la entrega gozosa de lo mejor de cada uno. Amar es, lisa y llanamente, Dar.

¿Cómo puede Amar a otro el que no se Ama?

¿Qué está Dando a los demás aquél que no reconoce el valor de lo que Da?

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