jueves, 5 de febrero de 2009

'Mentirocracias'


La crisis que estáis actualmente padeciendo no es económica, como la mayoría creéis, sino de conciencia. Y no es actual, sino endémica. Se pierde en la noche de los tiempos de vuestra historia como especie. Por mucho que en vuestro mundo no se hable doy de otra cosa que de finanzas, de desplomes bursátiles, de empresas en quiebra y de despidos masivos _de dinero, en definitiva_, la realidad de fondo, la causa real de la gran convulsión planetaria actual reside en una actitud común a todos vosotros frente a la vida, en un pensamiento arraigado como la mala hierba en vuestros cerebros: la codicia.

Y la codicia, hijos míos, el ansia por acumular sin medida, compulsivamente, no es más que la resultante del miedo a la escasez de recursos, como ya os he señalado anteriormente, un miedo inherente a la creencia de que el motor evolutivo es la lucha por la supervivencia. Y no es de extrañar que la mayoría penséis que no hay suficiente para todos, ya que un puñado de vosotros se dedica a robar, impune y sistemáticamente al resto. Os escalofriaría saber los miles de billones de euros o dólares, ocultos en eso que llamáis paraísos fiscales, invisibles a los ojos del mundo, fortunas que pertenecen a un grupo de privilegiados de un sistema económico tramposo, que permite el enriquecimiento escandaloso de unos pocos a expensas de todos los demás.

Y a eso tenéis las narices de llamarlas "sociedades del bienestar"...

Eso mismo ha pasado con vuestros banqueros, que han querido enriquecerse hasta la locura _más todavía de lo que ya lo estaban_ invirtiendo vuestro _repito, VUESTRO_ dinero en fondos de dudosa reputación hasta que la bolsa de su codicia ha hecho "crack", situando al mundo al borde del precipicio. ¿Qué ha fallado aquí? ¿El ojo profesional de los inversores? ¿El sistema financiero? ¿Los análisis de los especialistas? No. Habéis fallado todos, porque todos sois cómplices _por acción u omisión_ de esta mascarada que llamáis economía y de ese sistema político, que hace aguas por todas partes, al que denomináis democracias.

Vuestras democracias no son un poder real del pueblo, sino "mentirocracias", el poder de los mentirosos, a los que habéis elegido como vuestros representantes, los mismos sinvergüenzas que hablan y hablan, en innumerables cumbres, de igualdad, de desarrollo, de justicia y de libertades mientras os engañan con cifras y estadísticas, cortinas de humo con las que tratan _lo extraño es que con éxito_ de distraer vuestra atención de la verdad esencial: que vuestra civilización tiene los pies de barro y basa su funcionamiento en lo económico, al menos hasta la fecha, en todo lo contrario de lo que preconizan vuestros dirigentes, esto es, en la desigualdad, en la insolidaridad y en la injusticia.

Los modelos que habéis seguido históricamente _desde las sociedades esclavistas de la antigüedad hasta vuestro decadente capitalismo actual_ tienen el denominador común de la desigualdad, de la división, porque todas, sin excepción, se han basado y se basan en la supremacía de los pocos frente a los muchos, en la necesidad de generar excedentes, no para rapartirlos equitativamente entre todos, sino para acabar engordando las cuentas de los mismos que, en cada momento de la historia, han jurado y perjurado que la suya era la única forma de hacer bien las cosas.

Repito: vuestra crisis no es económica, es de conciencia. Es una crisis de principios. Es una crisis que atañe a la verdad. Decís que buscáis el bien de todos, pero curiosamente siempre resultan beneficiados los menos. Decís que perseguís la igualdad y Yo veo un mundo de diferencias abismales, al que no se le cae la cara de vergüenza de ver cómo millones mueren de hambre y pobreza. Decís que pretendéis la paz mientras hacéis la guerra o que sois pacificos mientras fabricáis y vendéis armas para que otros se maten...

Ha llegado el tiempo de que empecéis a deciros a vosotros mismos la verdad. A exigírsela a vuestros gobernantes. Acabad con los secretos. Haced público lo privado, que el que no tiene nada que ocultar no teme la verdad. El día en que todos sepáis quién es y cuánto tiene cada quien en este planeta habréis dado el primer gran paso en la dirección correcta. Ese día de revelación, será el del apocalipsis, y una gran conmoción recorrerá el mundo. Tras ese primer impacto brutal, vuestra naturaleza divina _vuestra condición de Amor_ hará el resto... Con la Verdad en la mano, y hartos de tanta mentira y de tanta injusticia, podréis por fin miraros los unos a los otros, sin miedo y sin necesidad de ocultar nada, limpios por primera vez. Liberados. Iguales. Juntos. Nuevos.

Y una cosa es segura:

Nada volverá a ser igual.


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