A la hora de volar no puedo _y mira que me gustaría_ decir, como Rutger Hauer, en la mítica Blade runner, que he visto naves en llamas más allá de Orión.
Ni siquiera que he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser.
Lo que sí puedo deciros es que, desde la claraboya de esta nave que me lleva, a mi puto aire, por el espacio de Internet, he visto, en contra de lo esperado, un sinfín de seres, desengañados de casi todo, a la vuelta de una millón de cotidianas frustraciones, que empiezan a cuestionarse, en mayor o menor medida, el estado calamitoso de este mundo.
Y he visto también, atisbos de vida inteligente, ya no en el planeta rojo, sino en esta misma Tierra, donde he encontrado, sin buscarlo, mucho talento para decir las cosas, y, sobre todo, legiones interminables de cabreados, hijos todos de doña pataleta, que escupen fuego por la boca, espumarajos por los ojos, cuestionadores de casi todo que jamás proponen nada. O, si lo hacen, es clonando los viejos pensamientos, los mismos de siempre, que han ido _poco a poco, en los primeros milenios de historia, a toda pastilla en los últimos decenios_ empujando este mundo hacia el abismo.
A este mundo le sobran críticos y le faltan propuestas radicalmente diferentes. Sobran opiniones. Faltan creadores. La mayoría, hasta ayer silenciosa, hemos encontrado en la Red el parlamento popular que jamás tuvimos, el patio de vecinos global, la oportunidad de cagarnos en todo lo que se menea y quedarnos como Dios, pero se nos olvida que la crítica no es más que una parte insuficiente del cambio y que es necesario _si de verdad queremos alumbrar un mundo diferente_ no limitarnos a decir que "no", sino decir a algo, lo que sea, que "sí".
Vivimos inconscientes de nuestro poder creador y no hemos quedado en cotillas de pacotilla. En mucho ruido y ninguna nuez. Y lo peor de todo es ignorar el hecho de que pensar y hablar constantemente de los problemas no hace sino aumentarlos, darles fuerza, hacerlos permanecer, hacerlos parecer reales. Tenemos una desarrolladísima conciencia de lo que esta mal y ninguna capacidad de respuesta. Nos quedamos a medias, atrapados en la telaraña de lo negativo, reos de la oscuridad que creamos entre todos,... Y no se nos ocurre encender ninguna luz.
Olvidamos que lo que llamamos realidad, el marco inexistente en el que soñamos, el melodrama que nos gusta tanto, es fruto del pensamiento colectivo, y no a la inversa. Olvidamos que sólo cambiando la forma de pensar individual (lo único _y extraordinario_ que está a nuestro alcance) lograremos una realidad distinta, una vida consciente, un sueño mejor. Olvidamos el valor de los pequeños gestos, que si un grano de arena cambia, la playa, aunque se parezca, ya no es la misma.
Por eso, y para dar ejemplo...
Os invito a olvidar el "no" y a decir "sí", que "sí" al mundo que queráis. Sea cual sea.
Os invito a pensar como Dios, entusiasmado como un niño y maravillado en el laboratorio mental donde sueña un mundo nuevo.
Y a que dejéis que se pierdan, en el tiempo, los pensamientos viejos, rancios e inútiles. Como lágrimas en la lluvia.
Es hora de vivir.
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2 comentarios:
Me gusta mucho como escribe...lo he encontrado por casualidad buscando una imagen de Caronte (por cierto, me ha encantado ese post) y llevo más de media hora aquí enganchada leyendo. Los laberintos de su alma me parecen muy interesantes, asi es que desde hoy cuenta con una seguidora más...
Le animo a seguir su camino y a que nos deleite el nuestro con sus palabras.
Un saludo.
Laura
Gracias y bienvenida, Laura.
Me temo que no voy a ser tan cortés como vos y que, sin rodeos, procederé a tutearte.
Se valora, y mucho, este seguimiento tuyo a cara descubierta, cosa muy poco usual en las latitudes laberínticas de este blog. Que lo sigas disfrutando mucho, porque es el placer su primera y última razón de ser.
Por cierto, Laura, acabas de llegar a un universo, el mío, donde las casualidades no existen...
Saludiños.
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