miércoles, 15 de diciembre de 2010

Mar adentro


He iniciado viaje hacia las profundidades de Mí Mismo, con rumbo puesto al mar adentro de mi tranquilidad, hacia ese lugar donde reina el Dios de mi paz interior, el único capaz de salvarme de todos mis naufragios cotidianos. Desde hace unos días he podido, después de largo tiempo de tempestad y zozobra personal, detener el tiempo de las prisas y acercarme al reloj acelerado de la mente para paralizar sus agujas no donde ella me indica en desbandada, sino donde yo quiero exactamente: en el kilómetro cero de los deseos de mi alma liberada.

Ya era hora.

He tardado casi 44 años en recordar, y en experimentar, que el propósito íntimo de mi vida no esta en ir a parte alguna, sino en aquietarme. Casi 44 años, que se dice pronto, en cobrar conciencia de que no hay lugar real al que llegar, porque todo lugar es una ilusión que yo he puesto ahí, aparentemente a mi alrededor, para alcanzar a comprender que allá donde mire ya estoy, que allí donde sueño dirigirme, Soy.

Desde esta sensación de Paz profunda, serenísima, bella hasta lo indecible, esbozo una sonrisa de satisfacción hasta ayer desconocida y siento, por vez primera, el infinito Amor contenido en la palabra confianza. Llegado a este punto, al que verdaderamente no he llegado, porque nunca he salido de Él, salvo en sueños que confundí con vivencias, mi Ser se aquieta en la certeza de que no hay distancia que tenga que recorrer para alcanzar lo sueños, ni lucha que librar contra las apariencias, que intentan convencerme de que debo hacer esto o aquello, tener aquello o de más allá, para poder ser la felicidad que jamás dejé de Ser.

En este no lugar en el que ahora me hallo he podido por fin hacer las paces conmigo mismo, perdonarme los incontables olvidos y las necedades tantas veces repetidas, la ceguera que elegí, el sufrimiento absurdo y la violencia gratuita, y he dejado de esperar cualquier cosa que no venga de la mano con la que doy. La sensación de libertad que me invade es abrumadora. Y el inmensurable agradecimiento que experimento os alcanza a Todos, porque Sois, la mayoría sin recordarlo, yo mismo haciendo de otros en las películas de aventuras que cada alma elige.

Aquí y ahora, no espero nada, porque comprendo que lo tengo ya todo. El miedo ha salido huyendo, despavorido, por mi ventana.

Aquí y ahora sólo tengo deseos y preferencias. Muy claros los senderos a no seguir. Diáfano el camino de mi Ser.

El camino es dar en cada momento la respuesta más elevada. Y ésa respuesta es siempre Amor.

Y como no es lo mismo decirlo que vivirlo, acabo de llamarme a mí mismo para experimentarlo...

...Hace un momento sonó el timbre de esta casa donde hoy me encuentro en calma, en la orilla del mar de la tranquilidad. Salí y me encontré con otra versión de mí, a todas luces huida del infierno de las drogas, que me explicó no sé qué cosa sin que yo, enfrascado todavía en mis pensamientos interiores, acertase a entender ni una sola palabra. No hizo ninguna falta. Oí el silencio de su alma pidiendo ayuda, su alma que me recordaba que, no hace tanto, había estado en vano delante de mi misma puerta.

Le sonreí. Y donde ayer le dije que no podía darle nada, porque estaba en el paro, hoy, que también lo estoy, me paré tranquilamente a darle todo, poco o mucho, lo que llevaba en nuestra cartera.

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