jueves, 19 de marzo de 2009

El carro delante de los bueyes


Que no os parezca mal, hijos míos, si os digo que más bien andáis de cabeza, patas arriba y al revés. Decís querer caminar en una dirección determinada, evolutiva, pero habéis colocado los bueyes delante del carro y así no hay manera de que lleguéis a ninguna parte, no existe probabilidad alguna de que que vayáis adonde aseguráis ir. Y eso es así porque _por ejemplo en lo que se refiere a la igualdad, uno de vuestros objetivos como especie_ no es algo que podáis alcanzar como final de un camino determinado _y mucho menos cuando abanderáis sistemas socioeconómicos basados precisamente en todo lo contrario: en la más flagrante deigualdad_, sino que es pura y sencillamente vuestro punto de partida, pues, como ya os he recordado, todos sois iguales en Mí.

Tampoco podréis obtener mayores libertades como consecuencia de poneros en manos de formas de gobierno que, en mayor o menor medida, se fundamentan en el recorte de las libertades individuales _en teoría en favor del bienestar social, aunque, en verdad, en favor de su propia subsistencia..._, y que se legitiman en cuanto que instrumentos necesarios para poner freno y marcar los límites a vuestras decisiones personales, para deciros que está bien o mal, para protegeros a los unos del teórico peligro de los otros. Como ocurre con la igualdad, la libertad es vuestra condición esencial, vuestra seña de identidad divina, razón por la que no es congruente dársela a otros para después tratar de obtenerla de nuevo, ya que, por principio por Mí dispuesto, sois totalmente libres de hacer lo que os plazca.

La fraternidad no puede ser, a su vez, consecuencia de vuestro camino evolutivo darwiniano, que os enseña la supervivencia de los hermanos más fuertes y adaptables frente a los nacidos teóricamente más débiles, porque se sustenta sobre los principios de desigualdad _no todos sois tratados por igual_ y de libertad tutelada _vuestras decisiones son reos de la voluntad de los más poderosos_. El mundo de nuevo al revés: la fraternidad tampoco es objetivo, sino vuestro punto de partida.

Como veis, lleváis milenios tratando de alcanzar aquéllo que siempre ha estado a vuestro alcance. Habéis ido a buscar fuera lo que siempre estuvo dentro. Contra toda lógica, contra toda vuestra experiencia acumulada, Yo os digo que todos sois hermanos, idénticos en Mí, diferenciados en el ejercicio soberano de vuestra libertad. La vida no consiste en conseguir algún día ser Quienes Sois, sino en expresar, en vuestra experiencia, y con plenitud, lo que desde siempre Sois.

Vuestra paradoja es que tratáis de obtener lo que ya Sois.

Sin daros cuenta, intentáis ir a un lugar donde ya estáis.

Habéis puesto el carro delante de los bueyes.

Hasta ahora, donde Yo, una vez más, no os juzgo, pero sí os señalo la contradicción.

No sois la meta, hijos míos: SOIS EL CAMINO.

Por eso, al paso que vais, nunca llegaréis a ser felices.

No hasta que comprendáis que la felicidad no se alcanza.

Se expresa.

Se comparte.

Se da.

Cada uno de vosotros es libre, igual a todos, hermano en la aventura de la vida.

Cada uno de vosotros Es, aunque no lo recuerde, la felicidad.

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