domingo, 17 de junio de 2012

Tacto de mi memoria



Tengo fama de fantasma, tan esquelético que ni siquiera llevo sábana. Tan solo la bola del mundo encadenada a los no pies, como un fardo de sueños falsos que no os dejan ver que toda realidad es ilusoria, que la única verdad vive en las afueras de los ojos, en los abismos de la memoria del  Dios que no recordáis que lleváis dentro. Fama incluso de iluminado, de evanescente y fugaz como el humo, de etéreo e incorpóreo, de lunático que tiende a nube. Que huele a nada. Fama de no estar en la pomada, de pies renegados del suelo, de cabeza que sabe a chorlito y de soñar despierto todo el tiempo.

Fama de viento.

Pero en días como hoy, 17 de mayo de 2012, recuerdo, de repente, que tengo memoria, exacta y milimétrica, de tus dedos líquidos, de los tactos volcánicos con que a veces me  regalas el cuerpo que nunca tuve, con el que vistes con una sábana de besos mi espectral presencia. Recuerdo, de repente, que soy incapaz de evocar las caricias de nadie, pero sí tus roces inconfundibles, únicos, e incluso la delicadeza de tus labios sobre mi falo resucitado del olvido, la dulce marea de tu sexo sobre la carne de mi deseo,  el abrazo mortal, asfixiante, del pórtico de tus nalgas reclamando, para sí, la última voluntad lechosa de los ahogados.

Pero, en ausencia de tus tactos, sigo siendo inexistente. Un manojo de recuerdos. Un pedazo de viento. Un delirio de tus tactos.

Sólo un fantasma… que se hace carne en ti.

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