lunes, 9 de febrero de 2009

La verdad está ahí dentro


¿Qué estáis buscando? ¿Por qué os pasáis la vida persiguiendo sombras? La verdad no está ahí fuera, como habéis pensado tantas veces. Lo único que hallaréis fuera es la ilusión de una realidad cambiante, cuya comprensión última siempre se os escapará de las manos, sencillamente porque siempre se está moviendo. Para llegar a la verdad hay que aquietar el alma, salirse del sueño de creerse despiertos, cerrar los ojos de la mente y regresar al origen de Todo, a la Fuente primordial. Y el camino que lleva a Ella es interior.

Yo Soy vuestra Verdad primera y última, vuestra sabiduría profunda. Y a Mí, hijos míos, no se llega por la razón, sino por la memoria, el recuerdo de que Sois Yo sin daros cuenta. Lo demás, son senderos del conocimiento, útiles sin duda para manejaros en el espacio y en el tiempo, pero ineficaces a la hora de alcanzarMe, de alcanzar la Luz. Cuando buscáis fuera os perdéis por dentro. Perseguís en vano certezas que os llevan a la "verdad" de que no Existo y, lo que es peor, de que vosotros no sois más que hojas secas, destinadas a ser barridas por el viento de la muerte.

La verdad no está sujeta a ninguna ecuación o fórmula. No cabe su sencillez en los números. Su esencia no puede ser descifrada en los laboratorios. Y, por supuesto, excede, con mucho, las pretensiones de comprenderla de la mente. La verdad es libre como el viento. Podréis sentirla, pero jamás encerrarla en un teorema. En Mí, dos y dos son infinito. Y el infinito, mal que os pese, no se puede explicar desde el mundo de lo relativo. Hay que salir de él, entender que nada hay que buscar fuera, y entrar en los alambiques del alma, de la alquimia divina, donde el Amor revela el misterio de su infinitud, multiplicada por la eternidad.

No podéis comprenderMe y por ese motivo, muchos no creéis en Mí. A vosotros, ateos, hijos míos, os doy las gracias, pues sin vosotros el sentido de la vida no sería completo. Vosotro sois el mejor exponente de que la vida es el viaje del olvido de Dios, de la amnesia profunda, hacia todo aquello que parece ser lo contrario de Lo Que Yo Soy _que nadie se inquiete, sólo es un espejismo que semeja muy real..._, para de ese modo descubrir en la experiencia que todos los caminos conducen a Mí Mismo, ya que, vosotros sabéis, sin necesidad de razonarlo, que sólo sois de verdad cuando amáis. Ésa es toda la sabiduría. Todo lo demás es irrelevante.

Yo no quiero que dependáis de Mí. No necesito nada. No necesito que me citéis, que me alabéis, y mucho menos que os humilléis ante Mí. Llegará el día en que todos recordéis que sois Dios y que no me necesitáis, porque el Amor que no une no es dependencia, sino absoluta y gozosa libertad.

Sin embargo, el recuerdo de ese día no llegará hasta que cese esa búsqueda loca de cosas que, según pensáis, están fuera de vosotros, llamense la verdad, la felicidad o lo que sea que decís buscar. Insisto una vez más: no hay nada ahí fuera. Nada que no esté dentro de vosotros, al alcance de vuestra alma, a mano de vuestro corazón.

Cuando vuestra mente comprenda que no es su misión buscar la verdad fuera, sino recordarla, habréis dado un paso de gigante hacia la maestría, hacia Mí, hacia la Gran Verdad. Lo paradójico es que habéis invertido el orden de las cosas y os obstináis en ver para creer.

Es justo al revés. Hay que creer para ver. Hay que amar para saber. Hay que regresar para llegar.

Pensadlo un poco, mientras Yo os espero dentro, donde calla el mundo y encontráis, aleluya, en el silencio más hermoso Mi Voz.

Vuestra Voz.

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